El miedo se apodera de los más grandes, aparece cuando menos nos lo esperamos, y a Lebron le ha jugado una mala pasada. Se le ha colado en el momento menos adecuado.
Hay miedo a perder, a pertenecer al maldito club de grandes jugadores sin anillo, así se explica los últimos cinco minutos del último cuarto del cuarto partido.
También hay miedo a ganar, sino no se explica las remontadas que está sufriendo Miami en esta final.
En cambio Wade y Nowitzki cada uno en su bando luchando a contracorriente, no permitiendo que el miedo se apodere de ellos, qué si gana alguien esta final no sea el miedo.
Ahora al mejor de tres partidos, y el miedo acechando en cada balón, en cada decisión, en cada tiro, en cada posesión.
Tres partidos y tres batallas, la primera el duelo entre ellos, Miami versus Dallas, la segunda no permitir que el miedo se corone campeón, la tercera psicológica y que engloba la resolución de las dos anteriores.
Hay miedo a perder, a pertenecer al maldito club de grandes jugadores sin anillo, así se explica los últimos cinco minutos del último cuarto del cuarto partido.
También hay miedo a ganar, sino no se explica las remontadas que está sufriendo Miami en esta final.
En cambio Wade y Nowitzki cada uno en su bando luchando a contracorriente, no permitiendo que el miedo se apodere de ellos, qué si gana alguien esta final no sea el miedo.
Ahora al mejor de tres partidos, y el miedo acechando en cada balón, en cada decisión, en cada tiro, en cada posesión.
Tres partidos y tres batallas, la primera el duelo entre ellos, Miami versus Dallas, la segunda no permitir que el miedo se corone campeón, la tercera psicológica y que engloba la resolución de las dos anteriores.
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