sábado, 5 de marzo de 2011

LA FONTETA Y NOSTALGIA

El partido a punto de comenzar, pitido inicial y poco más de nueve mil personas preparadas para vivir una noche mágica.

Kilómetros de allí, en otro país donde el baloncesto no está maltratado pero casi. Una conexión que deja a ratos mucho que desear y un comentarista italiano. Falta algo, falta la salsa. Aquí en la distancia es difícil encontrarla.

Empieza el partido espeso, renqueante, hasta que sale David Navarro y lo revoluciona un poco, cinco puntos, y garra, mucha garra. El sueño todavía es posible.

Por otro lado, allí, en la distancia, entre las sombras de la soledad busco a alguien con quien comentar la jugada, no hay nadie, vacío. Y la mente se va del partido. La conexión no ayuda.

En la Fonteta enfocan a la afición, ¡Qué grandes! Y entonces algo se empieza a removerse por mi estomago, algo que me incomoda.

Las ganas de estar allí, en el pabellón, entre el calor del público, entre los gritos y las sensaciones que coagulan en un partido de tales condiciones. Cara o cruz. Héroes o adiós a Europa.

Entonces sucede lo peor, vuelven las preguntas: ¿Por qué no me quede allí? ¿Por qué tuve que venir aquí? ¿Por qué no encontré allí mi espacio e hice todo lo que me hubiera gustado hacer? Hasta que ves el marcador y vuelves al partido. 48 – 39 y el milagro se puede hacer realidad. Hasta que un tal Preldzic esloveno por naturaleza vuelve a poner en el buen camino al Fenerbahçe.

Descanso

Tercer cuarto apunto de empezar y todo es posible, así lo indica el marcador. El público se lo cree, a pesar de que Claver está lesionado y Rafa Martínez todavía no ha aparecido.

Mientras se consumen los minutos y el Fenerbahçe aprieta me encuentro con los botes de medicinas. Estoy cansado, aburrido de tener que hacer el maldito ritual todos los días tres veces al día. Me estoy volviendo loco. Quiero huir, huir a algún lugar donde no haya nada que me atormente.

El partido entra en su clímax, y aparece, tarde pero aparece Rafa Martínez con dos triples que sentencian el partido. El Power Electronic Valencia lo ha conseguido. “Si, si, si, nos vamos a Madrid”. ¡Que grandes! Pesic se lleva su ovación. Y el último minuto con la afición en pie ha sido muy emotivo.

Aquí, a lo lejos, con las ganas de estar allí, con las ganas de muchas cosas contradictorias entre sí, y con un almacén de dudas que comienza a sobrepasar el límite. Imaginando las calles de Valencia, y algún que otro claxon celebrando la gesta. Me ha faltado la cerveza, me ha faltado el ambiente, me han faltado muchas cosas, pero es que últimamente tengo esa amarga sensación, que me faltan demasiadas cosas que quiero encontrar y no las acabo encontrando. O quizás realmente el problema es que no sé lo que estoy buscando. ¿Qué hacer cuando la nostalgia te desborda?

Solo queda pensar que todo ira bien. Tan solo hay que encontrar a ese Pesic interior que me ponga en el camino adecuado.


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