jueves, 24 de marzo de 2011

EL BALÓN



A veces las canastas no quieren entrar, y da rabia. El balón se vuelve rebelde para unos y para otros en cambio generoso.

Porque el balón es caprichoso, por más que te quieras hacer con él, por más que lo mimes, lo estudies, lo analices, lo cuides, lo mames.

Es un niño pequeño que no crece, y unos días decide cumplir con lo que le ordenas, y otros travieso no responde a tu muñeca, aunque luego sepa que se va a pasar horas y horas siendo lanzado sin piedad para que aprenda a entrar cada vez que se lo digan.

Él conoce su función, y quizás por eso le da ese punto de locura, de caos, de tú, quien seas no me subordinas, por más que quieras. Leyes gravitatorias decía uno.... Al fin y al cabo todo lo que sube baja.

Conoce muy bien su circo, su papel en la obra a representar, aunque secundario, genuino, muchas veces de papel para Oscar. Igual que sabe que desatará la rabia en unos, y la felicidad en otros.

Sabe que muchas de las estadísticas, por no decir prácticamente todas, dependen de él, de lo que decida hacer, si entrar, salir, rebotar hacía allí, hacía el otro lado. A veces se tapa los ojos y dice que me coja el que quiera, otras veces casi saltándose leyes físicas acaba en manos del menos esperado, del patito feo de la clase, o del más espabilado. Depende que escena le toque interpretar....

Hoy ha interpretado parte de su papel en el Palau, y ha sido un niño malo, al que muchos hoy castigaríamos cara a la pared, cuando en los últimos segundos del partido no quiso entrar cuando Lakovic se la jugo de tres.

Empate a uno y al infierno griego, esperemos que la semana que viene el balón interprete el guión que le tiene preparado el Barcelona.

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